Ivars sale a pista y desde las primeras vueltas deja ver por qué sus pilotos evolucionan junto a él en tiempo récord
Sabe de lo que habla, sabe hacer en pista lo que propone a sus pilotos y, a pesar de no estar en activo, lo demuestra sobre el asfalto
El karting es un gran mundo, pero pequeño; todo el mundo se conoce. En las conversaciones entre equipos, padres y pilotos hay un nombre que se repite siempre que la palabra coach es mencionada: Pedro Ivars. Sin duda, el referente europeo en estos momentos. La evolución de los pilotos con los que trabaja es asombrosa; gran parte de los jóvenes más punteros del panorama actual llevan aún las marcas de sus neumáticos en las carrocerías, recuerdo de largas jornadas de combate mano a mano en pista.
En una época en la que algunos se atreven a “formar online” —que viene a ser como aprender a boxear viendo YouTube—, Pedro Ivars se tira a pista con sus pilotos, combatiendo rueda con rueda. Con los Nomex bien sudados, dedican horas a la telemetría, al análisis de datos y a perfeccionar cada trazada. Uno puede anunciarse mucho, sí, pero cuando los corrillos del paddock hablan en voz baja, es porque los resultados pesan más que el marketing.
Una referencia que vuelve a demostrarlo en Chiva
Durante los entrenamientos previos a la International IWF25, celebrada esta semana en el Kartódromo Internacional Lucas Guerrero (Chiva, España), Ivars volvió a dejar su sello personal. A pesar de no competir de forma profesional desde hace más de una década, el alicantino se enfundó el mono y salió a pista con la determinación y ritmo de quien nunca ha colgado el casco del todo. Desde las primeras vueltas se situó entre los mejores tiempos de la jornada, mostrando por qué sus alumnos logran progresar en tiempo récord.
No se trata solo de velocidad pura. Su técnica, depurada a base de años de experiencia y observación, se traduce en precisión quirúrgica en cada entrada de curva, control del peso en frenada y gestión del neumático. Los ingenieros presentes en el circuito reconocían la eficacia de sus líneas: “es capaz de replicar en pista lo que enseña fuera de ella, y eso no lo hace cualquiera”.
De piloto campeón a formador de élite
Pedro Ivars Agostinelli comenzó su andadura en el karting a principios de los 2000, y en 2006 se proclamó campeón del Campeonato de Cataluña en la categoría Inter-A, con siete victorias y cuatro poles. Su carrera como piloto fue intensa y técnica, marcada por una comprensión profunda del comportamiento del chasis y de la dinámica de conducción.
En 2007 decidió dar un giro a su vida deportiva y centrarse en la formación. Desde entonces, su nombre ha estado vinculado a la evolución de algunos de los talentos más destacados del karting español y europeo, como Mari Boya o Marta García, con quienes trabajó estrechamente durante sus años de formación.
Hoy, su Escuela de Pilotos Pedro Ivars, con base en la Comunidad Valenciana, se ha consolidado como uno de los centros privados de formación más respetados del país. En ella, Ivars desarrolla programas personalizados para cada piloto, adaptando entrenamientos físicos, técnicos y psicológicos en función de la edad, experiencia y objetivos de competición.
Una metodología que rompe moldes
Lejos de los métodos tradicionales basados únicamente en sesiones teóricas o vueltas cronometradas, Ivars apuesta por una formación integral que combina tres pilares esenciales:
- Técnica y estrategia de conducción.
Enfocada en trazadas, frenadas, control de inercias y adelantamientos inteligentes. - Análisis de telemetría y datos.
Cada sesión se graba en vídeo y se analiza junto al piloto, comparando su rendimiento con las referencias de Ivars o de otros competidores. - Gestión mental y emocional.
“No siempre gana el más rápido, sino el que mejor entiende la carrera”, repite Ivars en cada jornada.
El propio coach utiliza herramientas profesionales como cámaras onboard GoPro, radios casco-piloto y sistemas de adquisición de datos para replicar en tiempo real las sensaciones que sus alumnos deben aprender a gestionar. En ocasiones, rueda él mismo con karts de idéntica configuración a la de sus pilotos, lo que permite analizar los mismos puntos de referencia y entender mejor las dificultades específicas de cada alumno.
Una filosofía basada en la autenticidad
El éxito de Pedro Ivars radica en la coherencia entre lo que enseña y lo que demuestra. “No se puede enseñar algo que no se domina. Si les exiges perfección, debes poder mostrarla”, explica en sus formaciones. Su enfoque práctico ha logrado lo que pocos consiguen: que los pilotos confíen plenamente en cada corrección, sabiendo que detrás hay un conocimiento empírico, probado sobre el asfalto.
Esa credibilidad es la que ha convertido a Ivars en una figura casi indispensable para quienes aspiran a competir en categorías superiores. Su estilo directo, su capacidad para transmitir confianza y su conocimiento técnico lo han llevado a ser considerado por muchos equipos como el coach más completo de Europa.
El respeto del paddock
Durante esta semana en Chiva, su sola presencia genera expectación. Los equipos lo observaban rodar, los padres comentaban su técnica y los pilotos tomaban nota desde el muro. No era un invitado más: era una demostración viva de lo que predica.
Mientras muchos hablan de rendimiento, Ivars sigue siendo de los que prefieren demostrarlo. Su filosofía se resume en hechos: menos discursos y más vueltas. Por eso, sus pilotos no solo mejoran tiempos; aprenden a pensar en pista, a leer carreras, a controlar emociones y a construir una mentalidad de campeón.
Un referente en un momento clave para el karting
El papel del coach nunca ha sido tan relevante. En una era donde la telemetría y los simuladores ganan terreno, la figura de alguien que combina experiencia real, conocimiento técnico y empatía humana es cada vez más valiosa. Pedro Ivars representa precisamente eso: la conexión entre el karting tradicional y la modernidad técnica, entre la pasión y la precisión.
Y si algo ha demostrado una vez más en la IWF25 de Chiva, es que la autoridad no se hereda ni se proclama: se conquista cada vez que se baja la visera, se pisa el acelerador y se demuestra en pista.
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