En el karting, cada curva exige precisión, cada adelantamiento templanza y cada carrera, coraje. Para Iker Fernández Renard, estas cualidades no se forjaron únicamente en la pista, sino también en un proceso personal único: aprender a gestionar emociones, mantener la calma, adaptarse a lo inesperado y, sobre todo, descubrir la fuerza de la amistad. En el circuito encontró un entorno donde sentirse aceptado, donde compartir y generar empatía se convirtió en parte de su evolución.
De debutante a referente nacional
A los siete años y medio debutó en competición oficial, y apenas unos meses más tarde, con solo ocho años, sorprendió al paddock nacional al conseguir un brillante tercer puesto en el Campeonato de España de Karting dentro de la CS55 Academy. Era el primer aviso de que aquel niño estaba destinado a marcar una diferencia.
“Jamás habíamos visto a nuestro hijo luchar con tanta determinación por algo. No se rendía, y eso lo cambió todo”, confiesan sus padres, testigos de una transformación profunda en la que la pasión por el karting se convirtió en motor de vida.
Inspirado por Carlos Sainz Jr.
En su camino encontró también una figura de referencia: Carlos Sainz Jr.. Admirado por su trayectoria y carisma, Iker se propuso seguir sus pasos dentro de la academia que lleva su nombre. Llegó a la última carrera con once puntos de desventaja frente al tercer clasificado, pero lejos de desanimarse, se aferró a la pista como escenario de superación personal. Su sueño era claro: subir al podio y, en la gala de campeones, entregarle a Carlos una foto que se habían tomado juntos en el GP de España 2023.
Lo consiguió con esfuerzo, concentración y un espíritu inquebrantable que sorprendió a rivales y espectadores. Aquella jornada, además, quedó registrada en la historia del karting nacional: Iker se convirtió en el primer niño autista en lograr una victoria dentro del Campeonato de España de Karting.
Un futuro a toda velocidad
Hoy, con apenas ocho años, Iker ya compite con la madurez de un veterano. Consciente de que todavía le quedan muchas barreras por superar, afronta cada reto con la misma pasión que lo llevó desde las lágrimas en sus primeros entrenamientos hasta sonreír sobre el podio del CEK.
Su trayectoria demuestra que el deporte es mucho más que competición: es una herramienta de inclusión, de superación personal y de vida.
Porque, para Iker Fernández Renard, la mejor terapia siempre está en la pista.
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